STGO

| 02 abril 2008




Fui y soy parte de una ciudad satélite que siempre lo tuvo todo para mi.


Satisfacía todas mis necesidades fisiológicas, sociales, de entretención y demases, podría decir que era un joven autorealizado para lo que estaba viviendo entonces, con el mínimo deseo de abandonar mi nido satélite.


EL centro me abastecía con todo. con todo menos dentista. Mis primeras salidas de mi comuna, San Bernardo, hacia el centro de Santiago fueron las asquerosas visitas al dentista, el pique descomunal que culminaba en la repetida tortura del chacal bucal.


Llegué a conocer el centro de Santiago ya "viejo", la entrada a la Universidad me mostró, como a muchos, una ventana nueva que dentro de sus muchas cualidades estaba el paso por la ciudad visual.


El proceso de encanto y desencanto fue paulatino, partío con lo último y terminó con lo primero, el gustito por Santiago se va ganando con el tiempo, con vivencias, experiencias buenas o malas pero que marcan y que al pasar por cierta calle, cierto expendio, edificio o muralla, te hacen recordarlas.


Lo que me marca es la memoria visual, voy pasando por cierta escultura y recuerdo un buen momento que pasé por ahí cerca o derrepente paso por otra y recuerdo uno como las huifas.


Así el recorrido se va tornando un relato que toma elementos del pasado y el presente.


El recorrido visual diario que me pego es de la Universidad a los Héroes, es un gusto personal dejar de lado el metro y caminar por la Alameda, toda la gente a mil por hora, no te mantienen la vista mas de 3 segundos, se nota el ritmo, el miedo de caminar por ahí, la tensión, es un nudo que sólo se puede notar haciéndo todo al revés, aminorando el ritmo. Ahí se notan las dos atmósferas, en primer lugar la que corresponde a los que transitan y en segundo lugar lo que habitan ahí: vendedores ambulantes, cogoteros, ofrecedores de tarjetas de casas comerciales, chinos que venden arrollados primavera, personas que viven su vida a un ritmo exageradamente opuesto a los otros.


Dan ganas de ponerle una luz a cada uno y dejar la camara abierta para ver que movimiento describen y mejor aún sacarla desde el cielo, en realidad esa es la marca gráfica que más valoro de ese recorrido, las trayectorias que se describen y que marcan la analogía tal como lo hace reggio en la película koyaanisqatsi: entre la estructura social y su movimiento y un tablero eléctrico llenos de chips, bueno les dejo la imagen arriba para hacerlo mas gráfico.




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